miércoles, 26 de octubre de 2011

La carta de Juan Echanove sobre el comunicado de ETA: 'Creer o no creer'

Esta es la carta que el actor Juan Echanove envió este viernes al programa 'Hora 25' y que fue leída por Àngels Barceló.



Querida Angels,
No sabes lo que lamento no poder estar contigo esta noche en Donosti, pero en este momento, en que esto te escribo, estoy volando en un avión camino de Barcelona. Debo estar a unos 9.000 metros de altura sobre el suelo.
¡Mi cuerpo está a 9000 metros, pero mi ánimo está mucho más alto todavía! ¡Está tan alto que casi me da vértigo pensar que en algún momento pierda estabilidad y caiga al suelo haciéndose añicos, arrastrando con él a mi pobre cuerpo mortal! Ya sabes, ¡mi consabido miedo a volar!.
Bueno... ¡Al grano!
Tu invitación a participar en el programa de esta noche me ha llevado a cerrar los ojos y en el reducido espacio del asiento del avión, he recostado mi cabeza sobre las palmas de mis manos, me he puesto a pensar y recordar aspectos esenciales de mi relación familiar con el País Vasco.
He recordado una vez en que una persona muy importante en mi vida me dijo que si quería entender lo que era "el asunto vasco" debería situarme en el entorno de una familia vasca formada por Padre, la Madre y tres hermanos, reunidos en torno a una mesa a la hora de cenar.
El Padre es un hombre tranquilo, en su cara se ve que se ha partido los lomos a trabajar para dar educación a sus hijos. La madre es una mujer resuelta y de mejillas sonrosadas experta en plantarle cara a la vida con un par y en preparar un excelente bacalao al pil-pil. Los hijos, ¡Ay los hijos! Los hijos son cada uno de su padre y de su madre. El mayor es cura Jesuita, instruido, educado y comilón como todos los jesuitas. El segundo es militante del PNV: militante activo, un tipo serio, amigo de sus amigos, incluidos otros militantes de otras formaciones politicas (algún socialista, algún popular, e incluso algún que otro amigo de su hermano el pequeño, que a su vez es un chavalote de Jarrai con cresta en la cabeza, camiseta de guerra y todas las papeletas en el bolsillo para llegar un día a empuñar una pistola y matar a un ciudadano por la espalda de un tiro en la nuca).
Se sientan a cenar y empiezan a discutir de cualquier tema. La discusión se vuelve cada vez más encendida, el tono es cada vez más alto. Discuten sobre "el problema vasco". Y cuando la discusión esta en su punto cénit, cuando las voces se oyen hasta en la Lehendakaritza, llega la amatxo con la cazuela de Bacalao, la pone de golpe encima de la mesa, les mira a todos a los ojos, y en tono amenazante les dice: ¡Mientras se come en la mesa, no se discute de política!
Y entonces el Padre y los tres hijos se callan, y cenan , y le dicen a la amatxo que es el bacalao más rico que han probado en su vida, y después cantan, y después lloran.
Cuando estaba pensando en esto, Angels, me he quedado medio dormido en el avión, pero de repente algo me ha sobresaltado y me he despertado. Sé que no te lo vas a creer pero, ¿a que no sabes quién estaba sentado a mi lado? Te lo juro, el mismísimo Alfredo Perez Rubalcaba en persona: vestido de Hamlet y diciendo con convicción los primeros versos del monólogo de Hamlet: creer o no creer, he ahí el dilema.
- ¡Coño Rubalcaba! ¿Qué haces por aquí?- le pregunté.
- ¡Declamar mejor que tú,chaval! Y adaptar un poco el verso a los tiempos que corren- me respondió.
- Permiteme que te felicite por lo del abandono de las armas.
- Gracias, pero el mérito no es mio. Es de toda la compañía.
- ¿Qué compañía?- le espeté aterrado.
Y entonces comprobé que estaba rodeado de actores vestidos para representar Hamlet. Allí estaba Rajoy vestido de Laertes, Llamazares vestido de Polonio, y hasta Rosa Díez vestida de Ofelia. Más atrás estaban Aznar y González vestidos de Rosencratz y Hilldestein, llevando sobre sus hombros la sombra silente del padre de Hamlet encarnado por ese gran actor de otra época que era Adolfo Suárez. Allí estaban María Teresa Fernández de la Vega, vestida de Madre de Hamlet, y tantos y tantos actores más que se me iban apareciendo mientras yo recorría el pasillo del avión. Arzallus, Garaikoetxea, Urkullu, Eguibar, y hasta el mismísimo Otegi repasaban su propio Hamlet en euskera, mientras que Puyol, Montilla y Mas intentaban componer los subtítulos en catalán.
Una gran compañía nacional montada en un avión con toda la bodega llena de recuerdos malos, muy malos, llena de fotografías de grandes actores a quienes el vil asesinato impidió representar su papel. Llena de jóvenes actores que interpretaron a la perfeccion el papel de asesinos y acabaron en las mazmorras de la historia. La bodega del dolor de la compañía nacional .
De pronto me vi de nuevo sentado al lado de Rubalcab , y poniéndome la mano en la rodilla, me dijo: ¡Nosotros nos vamos a tener que ir, que hay que levantar el telón!
- ¡Y un 'güevo'!- le dije yo de forma impertinente-. ¡Tú no te vas de aquí sin que yo te haga una pregunta!
- ¡Dispara! - dijo él.
- Pues alla voy: ¿Qué vas a hacer con los actores presos, Rubalcaba?
- ¡No lo sé!- me respondió él-. Es muy delicad. ¿Qué harías tú?
- Traerlos a la compañía, o por lo menos que vayan aprendiéndose el libreto cerca de sus amatxos- le respondí yo.
- Pero es que si les traigo a la compañía, Rajoy me puede quitar el papel de Hamlet, que dice que le va como anillo al dedo.
- ¡Pues que se quede con el puto papel, Alfredo! ¡Que hamlet es un muermo, que te lo digo yo¡ Y si eso pasa, tú no te preocupes, que iremos a casa de una familia vasca y cenaremos bacalao al pil-pil. Y hablaremos de política en libertad, y cantaremos. Pero jamás, jamás lloraremos, que ya hemos llorado demasiado.
- Entonces- me preguntó- en serio, Juan, ¿tú te lo crees?
Y yo le dije que sí, porque entre creer y no creer me quedo con lo primero, y más ahora que tengo la sensación de que ha estallado la PAZ.